Ahorro y empoderamiento
Hace aproximadamente una docena de años, CRS estaba buscando una forma de ayudar económicamente a los más pobres entre los pobres.
Eso puede parecer redundante—si eres pobre, por supuesto que necesitas ayuda financiera—pero una cosa es ayudar con la nutrición, la agricultura, el agua o la salud o incluso con los medios de sustento, y otra es ayudar con las finanzas.
¿Cómo puedes lograr que salir adelante financieramente sea una posibilidad realista para alguien que debe correr lo más rápido posible para permanecer en el mismo lugar económicamente, o que encontraría que pagar incluso un pequeño préstamo de microfinanzas es una carga inmanejable? Ahorrar dinero y acumular capital es la clave, no solo verlo desaparecer en la inmensidad de la necesidad. Entonces, CRS creó el programa SILC—Comunidades de Ahorro y Préstamo Interno.
El programa comienza en las aldeas de todo el mundo cuando entre 15 y 30 personas forman una comunidad—casi todas son mujeres—y acuerdan colocar una cierta cantidad de dinero cada semana en una caja con tres cerraduras. El tesorero guarda la caja. Otros tres miembros del grupo son los guardianes de las llaves. Abrir la caja en cada reunión es una prácticade confianza y cooperación.
Además de ahorrar, los miembros pueden acceder a los activos del grupo al tomar un préstamo. El grupo decide las tasas de interés y los cronogramas de amortización. Al final de un año, los miembros recuperan el dinero que han ahorrado más una parte de las ganancias de la operación del préstamo. La ayuda técnica de CRS por lo general finaliza en ese punto, sin embargo, los miembros casi siempre continúan por su cuenta.
Es increíble ver lo que hacen los miembros de SILC cuando tienen un poco de capital. Tal vez compran algunas gallinas y comienzan a vender huevos. O compran mercancía y abren una pequeña tienda. Algunos lo utilizan para mantener a flote a sus familias durante la temporada de escasez entre las cosechas, para que los esposos no tengan que viajar a la ciudad en busca de trabajo, desapareciendo durante meses. Otros pagan las cuotas escolares de sus hijos.
Pero lo realmente emocionante es ver el empoderamiento de los participantes. Tom Shaw, asesor técnico principal de CRS para microfinanzas, dice, “Cuando comienza un SILC, sus miembros piensan:«No puedo hacer nada». Tres o cuatro meses después, están pensando: «Quizás pueda hacer algo». Y cuando terminan el ciclo, dicen: «¡Miren! ¡Estoy haciendo algo!»”
A veces, ese algo no tiene nada que ver con ahorrar dinero. Los grupos SILC a menudo están formados por varios grupos de afinidad–personas con algo en común. Quizás todos están afectados por el VIH o son víctimas de violencia doméstica. A medida que ahorran dinero, se comunican entre sí, creando lazos de confianza a medida que brindan apoyo, consejo y ánimo.
SILC ha llegado a 3.3 millones de personas en más de 130,000 grupos en África, América Latina y Asia. Aunque ha existido por solo una fracción de los 75 años de CRS, SILC crece desde nuestras raíces más profundas, desde la doctrina social católica. El programa SILC es un excelente ejemplo de subsidiariedad, que resuelve un problema a nivel local. Promueve la solidaridad entre sus participantes, personas que de otra manera nunca podrían unirse. Y, lo más importante, fomenta el desarrollo humano integral a medida que sus participantes crecen material, psicológica y espiritualmente.
Cuando esas tres llaves abren una caja de dinero SILC, abren algo fundamental para nuestra misión—un reconocimiento de la dignidad que Dios nos ha dado a todos y cada uno de nosotros.
Obtén más información sobre los programas de microfinanzas dirigidos por el ahorro de CRS.
Con hambre de oportunidades
Descubre cómo trabajamos con los niños y sus familias para restaurar la infancia perdida y acabar con la trata de niños en la India. Además, te presentamos a una joven que se vio obligada a huir de su casa y que comenzó de nuevo con la ayuda de una fuente poco probable—una escuela de café.
Rompiendo barreras
En una escuela sencilla en una aldea rural de Etiopía, Zeineba Wado Markato levanta la mano ansiosamente. Ella se pone de pie y recita las capitales de los países africanos. Sus compañeros de clase aplauden en respuesta.
Zeineba, que está en séptimo grado, no solía ser tan segura de si misma. Tenía miedo de responder preguntas delante de sus compañeros, especialmente de los niños. Pero ahora está recibiendo tutoría, lo que ha aumentado su autoestima. Y, ella está viendo resultados. Suscalificaciónes han mejorado de un 75% a un 89%.
La educación no es un hecho para las niñas en aldeas como la de Zeineba. Las familias a menudo invierten sus recursos limitados en la escolaridad de los niños. Se espera que las niñas cuiden a sus familias y realicen tareas domésticas, como recolectar agua. También enfrentan prácticas tradicionales dañinas, como el matrimonio temprano. Algunas chicas se casan cuando tienen 12 años.
Catholic Relief Services está trabajando con la Iglesia y los socios locales para brindarles a las niñas, como Zeineba, oportunidades para romper estas barreras y alcanzar su máximo potencial. Les ayudamos a permanecer en la escuela brindándoles apoyo de tutoría y cubriendo las cuotas escolares. También estamos involucrando a los líderes de la comunidad para cambiar las actitudes y promover la igualdad de género.
Para las niñas que han dejado la escuela, organizamos grupos de ahorro y capacitaciones para ayudarlas a invertir en pequeños negocios.
Después de sus clases de la mañana, Zeineba dirige una reunión del club de género. Un grupo de alrededor de 15 estudiantes, niñas y niños, se reúnen en el césped afuera de la escuela. El club es un sistema de apoyo donde los miembros discuten los desafíos que enfrentan las niñas y aumentan la comprensión de los niños. Hacen un seguimiento de las niñas que abandonaron la escuela y ayudan a crear conciencia sobre los derechos de las niñas en sus familias y en la comunidad—incluyendo la división de la carga del trabajo doméstico.
“Ayudo a mi madre a recolectar agua, preparar café y recoger leña”, dice orgulloso un niño.
El grupo también habla sobre la higiene menstrual. Las escuelas en la zona rural de Etiopía rara vez tienen baños separados para niñas o suministros de higiene adecuados, lo que dificulta que las niñas asistan a la escuela durante su ciclo menstrual. Estamos ayudando a las niñas a permanecer en la escuela construyendo letrinas con instalaciones separadas y proporcionando materiales de saneamiento. Ahora Zeineba no tiene que perderse tres o cuatro días de aprendizaje cada mes.
Cuando Zeineba llega a casa de la escuela, se cambia rápidamente de su brillante uniforme escolar azul. Luego prepara una comida de sopa de cebada para su familia. Sus padres están orgullosos de su éxito.
La madre de Zeineba se casó cuando tenía 15 años y nunca fue a la escuela. Cuatro de las hermanas de Zeineba se casaron antes de completar su educación. Su madre lamenta esto. Para Zeineba, será diferente.
“El futuro de Zeineba es brillante”, dice su madre. Ella quiere que asista a la universidad y encuentre un buen trabajo.
Ese es el plan de Zeineba. Ella quiere ser médico. “Si vas a una clínica de salud, las mujeres y las niñas son las más vulnerables, así que quiero atenderlas”, dice ella.
El padre de Zeineba dice que ya está dando un ejemplo a sus vecinos y sus dos hermanas menores. Él espera que ella pueda ayudar a cambiar su comunidad y su país.
“Estoy enseñando a mis hermanas a seguir mis pasos”, dice Zeineba.
La educación es un derecho para todos los niños y abre puertas. Comenzando en la década de los cuarenta con proyectos de nutrición escolar en África Occidental, los programas educativos de CRS han crecido a 76 proyectos en 38 países en todo el mundo.
Al conmemorar este 75º año, celebramos los sueños y las oportunidades de chicas como Zeineba.